El otro día,
en este mismo blog y con el título: “Un Fantasma”, os escribía la historia de
Sebástian; el tipo que se encontró, bajo el árbol de
Navidad, a una amante que murió hacía años. Y no es que se hubiese encontrado los restos de un cadáver: Había recibido la visita
del fantasma de su antiguo amor.
La historia de
Sebástian continúa:
* * *
Antes de
acudir al salón y descubrir los regalos que había bajo el árbol, Sebastián y su
esposa se sentaron en la biblioteca. Tenían claro que aquella aparición era
inesperada e indeseada pero, por su naturaleza, no podían obviarla. Debían
encontrar juntos los mecanismos para que no se tambalease su relación y para
ello Sebástian se vio en la necesidad de tener que exponer a su esposa todos
sus sentimientos de la manera más clara que sabía. Con un lenguaje sin ambigüedades.
El hecho era
que la presencia en el salón era emocionalmente pesada como una losa. Desde la biblioteca,
Sebástian podía hasta percibir el perfume de su amante muerta cuando estaba viva y esto le ponía terriblemente tenso. El
principal problema que encontraba era
que ella había regresado de las
tinieblas del tiempo y que Sebástian se sentía culpable por haberla llevado
allí hacía quince años. Porqué fue él quien la rechazó. O eso cree.
El hecho de que su antigua amada fuese un fantasma tenía que ver con decisiones erróneas tomadas y podía provocar que, por encontrarse ante una historia que había terminado mal, las reacciones emocionales se agudizasen.
El hecho de que su antigua amada fuese un fantasma tenía que ver con decisiones erróneas tomadas y podía provocar que, por encontrarse ante una historia que había terminado mal, las reacciones emocionales se agudizasen.
Sebástian
explicó a su esposa que, a pesar de que había pasado mucho tiempo y que ahora era feliz, era muy difícil que, cuando entrasen en el salón, no se
reavivasen tiempos pasados y viejos sentimientos. Que el cuerpo humano, su espíritu, su inconsciente son un puzle del cual se han creado hasta carreras universitarias.
No había además
posibilidad de volver a llevarla a las tinieblas del tiempo. Se
encontraba en su salón, bajo el árbol de Navidad, y en una posición sólida y
legítima. "Nadie cuestiona las decisiones de Papa Noel". Lo siguiente que pensaron
fue en tabicar la puerta del comedor y construir otro en otra parte. Pero esta
solución no arreglaba el problema. Ella seguiría estando allí y quién sabe si
no volvería otras Navidades a plantarse bajo un nuevo árbol.
Una cosa
estaba clara: cuanto más énfasis ponía en sacarse de la cabeza aquella relación
fracasada, con más facilidad volvía ésta a sus pensamientos.
Sebástian
cogió la mano de su esposa. Debía saber
que la quería. Saber lo que estaba pasando en su cabeza a cada momento para
cuando entrasen en el salón y tuviera la certeza que allá solo había un jodido fantasma.
La vida en
pareja se sustenta en rutinas. La
aparición las rompía. Con su olor a armario cerrado y sus recuerdos difusos Sebástian temía que pudiese hacerle soñar con el pasado y recordar cómo se
sentía en aquél tiempo, quiénes fueron y por lo tanto se le hizo inevitable
plantearse quien era él ahora.
Entonces, lo primero
que hizo, fue afrontar la situación desde una perspectiva real. Luego se
centró en su familia, en su hogar y en aquello que mató a aquella persona hacía muchos años.
No iba a
engañarse. Es muy difícil cambiar los rasgos de la personalidad, se pueden
mejorar actitudes o modos de vincularse pero valía la pena sopesar sus virtudes
y defectos y se planteó en si podría llegar a amarla a pesar de oler a naftalina.
La respuesta
fue que de ninguna manera. Esto le dio pie a Sebástian para aceptar que
compartían un pasado común que él percibía como ideal por su sentimiento de
culpa y que lo que realmente pretendía su inconsciente era ajustar cuentas con él mismo.
Tras meditar
este punto logró ver a la persona que había bajo el árbol como las cenizas del fuego de la noche anterior. Se liberó de la madeja de lana que llevaba atascada en la cabeza. Y eso le alivió.
¿Qué hacer,
por lo tanto, ante este retorno de lo olvidado?
— Acéptalo tal
y como viene, Sebástian. Acepta que pueda provocarte emociones. Comparte tus
emociones con tu esposa y céntrate en todo lo que juntos habéis vivido, los ingresos hospitalarios y pérdidas que habéis sufrido y lo que habéis conseguido, creado y construido juntos. La aparición no ha estado en este proceso. Y aunque Antonio Gala solía decir
que "Los primeros amores siempre están ahí",
no decía nada de primeros amores que, regresando de las tinieblas del tiempo,
aparecieran en el salón de casa; bajo el árbol de Navidad, dispuestos a
compartir de nuevo proyectos contigo.
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