PSICOLOGÍA Y CAMBIO CLIMÁTICO
PSYCHOLOGY AND CLIMATE CHANGE
Susan Clayton
The College of Wooster
El cambio climático es uno de los
problemas más apremiantes a los que se enfrenta actualmente la sociedad. Aunque
usualmente está descrito como un problema ambiental, es mejor entenderlo como un problema humano. De hecho, la
influencia significativa del ser humano está reconocido por el término
“antropoceno”, el cual describe a menudo la era geológica actual como una de
cuyas características han sido fundamentalmente afectadas por los humanos. Como
una ciencia enfocada en la exploración de la cognición humana, comportamiento,
y bienestar, la psicología tiene un importante papel que desempeñar para
entender y responder al problema del cambio climático, y un incremento del
número de las investigaciones psicológicas están dedicando su atención a
abordar esta temática. El objetivo de este artículo será describir y resumir
algunas de las investigaciones más relevantes.
Debatiré tres diferentes áreas en
las cuales la investigación psicológica es relevante: el conocimiento sobre el
cambio climático, los impactos del cambio climático, y cambios comportamentales
en la respuesta al cambio climático.
Es importante reconocer, sin
embargo, que esta separación no indica una clara distinción entre temáticas. Las
respuestas comportamentales, por ejemplo, están fundamentalmente ligadas a las
percepciones, y los impactos están mitigados y dependen de las respuestas. El
artículo finalizará haciendo hincapié en la necesidad de los psicólogos para
interaccionar con los profesionales de otras disciplinas con el fin de asegurar
que el conocimiento adquirido a través de la investigación psicológica tenga su
máximo impacto.
PERCEPCIONES
Una de las formas por las cuales
el cambio climático frecuentemente aparece en los medios es por la falta de
acuerdo sobre si existe, quién es responsable, y cuál es una respuesta
apropiada. Hay una gran variabilidad en las percepciones tanto alrededor del
mundo como dentro de países específicos (Feldman, 2018; Leiserowitz, Maibach,
Roser-Renouf, Rosenthal, Cutler, & Kotcher, 2018). Análisis psicológicos
sobre la percepción del riesgo, actitudes y la persuasión pueden ayudar a
entender esta falta de acuerdo. Dotando de complejidad a la problemática y la
incertidumbre sobre el grado y el momento en que tienen lugar los impactos, no
es sorprendente que las personas estén confusas. Notablemente, sin embargo,
actitudes sobre el cambio climático no investigan el conocimiento; esto es, en
lugar de estar más seguros a medida que el conocimiento científico aumenta, las
actitudes parecen estar más afectadas por otros factores (Whitmarsh &
Capstick, 2018).
El papel limitado de la
información y el conocimiento de las actitudes a través del cambio climático en
parte refleja la problemática de la naturaleza. Es cognitivamente difícil de
comprender, no solamente por su complejidad e incertidumbre, sino también
porque es psicológicamente distante para la mayoría de las personas: ellos ven
los efectos ocurridos como una eliminación geográfica y temporal. Más allá de
esto, es emocionalmente difícil de
comprender.
La perspectiva de un cambio
fundamental e irrevocable del clima a nivel global es lo suficientemente
aterradora como para activar defensas emocionales tales como la negación. El
hecho de que no se atribuya, en su mayor parte, a la mala intención sino a
nuestra forma de vida general, particularmente el estilo de vida en las
naciones occidentales motiva una tendencia hacia la justificación del sistema.
Las
personas quieren creer que el sistema en el que viven es bueno y justo, y no
que sea responsable del final de la civilización. Esto
puede ser visto no solamente en países como Noruega (Norgaard, 2011) y US, sino
también entre algunas comunidades religiosas (McConnell & Loveless, 2018): la gente puede negar la realidad del cambio
climático porque es incompatible con un sistema de creencias importante, como
que Dios ha diseñado la Tierra y sus recursos para el uso humano y la protegerá
para su propio beneficio. Las identidades grupales son una barrera potencial
en aceptar la realidad del cambio climático.
Un gran reto en la investigación
ha examinado los factores que más fuertemente predicen la creencia del cambio
climático. Entre los factores más importantes, particularmente en los Estados
Unidos, es partido político (McCright, Xiao, & Dunlap, 2014). Debido a que
la aceptación o el rechazo del cambio climático se han unido a la propia
identidad de la política, negando la realidad del problema, o al menos negando
la necesidad de las intervenciones gubernamentales para abordar el problema, se
ha convertido en un marcador simbólico de identidad dentro del Partido
Republicano. La experiencia personal ha sido igualmente encontrada como un
predictor de la aceptación del cambio climático. Las experiencias de las personas
en situaciones meteorológicas extremas o la inusuales temperaturas cálidas se
asocian a la creencia de que el cambio climático está ocurriendo, pero está muy
alejado de la relación perfecta y estas experiencias pueden ser mediadas por
las creencias; aquellos quienes son escépticos sobre el cambio climático en
general son menos propensos de interpretar los eventos climáticos particulares
como causados por el cambio climático (Ogunbode, Demski, Capstick, &
Sposato, 2019; Whitmarsh & Capstick, 2018). Los medios de comunicación
pueden desempeñar igualmente un papel en la atribución o no de los eventos al
cambio climático. Dada la mayor discrepancia en las fuentes de los medios
utilizados por diferentes grupos, esta puede ser otra fuente de polarización ya
que a un grupo se le puede decir que un evento se debe al cambio climático
mientras que otro puede no estar expuesto a esa información. La investigación
psicológica, además de explorar predictores de las creencias de las personas en
el cambio climático, se debería informar sobre las formas en las que pensamos
sobre este tema. Por ejemplo, la creencia del cambio climático no debe
considerarse como un estado dicotómico en el que las personas creen o no, ni
como un proceso unidireccional en el que la creencia se alcanza y luego se
retiene. Más bien, puede ser más preciso describirlo como un estado dinámico,
en el cual la importancia del cambio climático, así como la creencia en su
existencia, causas, consecuencias e implicaciones nos mostrarán algunos niveles
de variabilidad en las respuestas inmediatas al contexto social y al contexto
físico. De hecho, algunas
investigaciones han encontrado que la creencia del cambio climático se
incrementa cuando las personas están en una habitación más cálida en lugar de una
habitación más fría (Risen & Critcher, 2011). Por esta razón, es importante
considerar las formas en las cuales la información sobre el cambio climático se
comunica. La complejidad del tema hace que sea difícil pensar en ello, un
enfoque narrativo – contar historias – puede ilustrar de forma más clara y
memorable su existencia y los posibles impactos.
Debido
a la amenaza que el cambio climático plantea, se hace demasiado aterrador
pensar sobre ello, las comunicaciones que incluyen un aspecto positivo, las
posibilidades estresantes de cambio y/o los co-beneficios, pueden ser aceptados
más fácilmente. Debido al papel de las identidades grupales, los
comunicadores necesitan pensar en el público y en la fuente que entrega cada
mensaje. Es importante usar comunicadores de confianza, y vincular el mensaje a
valores que son importantes para el público. Un valor que es significante para
muchos grupos es la salud. Mientras que los conservadores pueden acusar a los
ecologistas “extremos” de dar prioridad a los intereses de los osos polares en
lugar de los intereses de los trabajadores, subrayar las consecuencias del
cambio climático para el bienestar humano puede ser un mensaje efectivo para
los partidos políticos (Bain et al., 2016; Stern, 2012).
IMPACTOS
Como
el cambio climático transforma nuestro mundo, será necesario igualmente
transformar nuestra sociedad. El bienestar humano está
vinculado fundamentalmente con el bienestar ecológico, y las personas están
experimentando los efectos del cambio en el clima global. Los psicólogos tienen
mucho que añadir a nuestra comprensión de los impactos del cambio climático,
los cuales han sido inicialmente descritos como impactos en la meteorología y
en otras especies. Hay un incremento de conciencia en los impactos potenciales
del cambio climático en la salud física, por ejemplo a través de la inseguridad
de la comida, incremento de las temperaturas, vectores de enfermedades, y
exposición a eventos meteorológicos extremos. Para esta lista, los psicólogos
han añadido énfasis en las consecuencias mentales y sociales (e.g., Manning
& Clayton, 2018). Los impactos geofísicos del cambio climático incluyen, a
corto plazo, una mayor exposición a fenómenos meteorológicos extremos y
desastres naturales, incluidas tormentas importantes, inundaciones e incendios
forestales. Décadas de investigaciones han ilustrado los impactos potenciales
de los eventos en la salud mental. Aquellos que experimentan desastres
naturales son un gran riesgo del trastorno de estrés post-traumático (PTSD),
depresión, ansiedad, y suicidio; igualmente hacen frente al fenómeno que no
está clasificado siempre por ellos como los trastornos mentales, tales como el
abuso de sustancias, trastornos del sueño, y comportamientos de riesgo. El trastorno de estrés agudo es una de las
respuestas más comunes. El estrés
del suceso también tenderá a deprimir el funcionamiento del sistema
inmunológico, haciendo a las personas más vulnerables a las enfermedades.
Aquellos quienes están más directa y fuertemente afectados por los desastres
tienen más tendencia a experimentar consecuencias en la salud mental (Fritze,
Blashki, Burke, & Wiseman, 2008). Muchos de estos efectos pueden persistir
después de que el desastre inicial haya pasado (Johanneson et al., 2015).
Los impactos a largo plazo del
cambio climático incluyen un incremento de los niveles del mar, incremento de
las temperaturas, y un cambio en los patrones de precipitación. Hay menos
investigación sobre las consecuencias de la salud mental en este tipo de
cambios, sin embargo, un creciente número de estudios indica la posibilidad de
efectos graves. El calor es uno de los efectos bastante bien estudiado, y
estudios recientes han proporcionado un fuerte apoyo estadístico para el
impacto negativo del calor en la salud mental. Las sequías y las olas de calor, en particular, se ha demostrado que
conducen a un incremento significativo en el suicidio (Williams, Hill, and
Spicer, 2015). Un análisis a nivel regional en Estados Unidos y México llevado
a cabo en diferentes décadas mostró una clara relación entre el calor y las
tasas de suicidio, estas diferencias no se explicaron por el nivel de ingresos
o la entrada del aire acondicionado (Burke et al., 2018). Asimismo, las hospitalizaciones psiquiátricas
incrementan durante las olas de calor (Hansen et al., 2008). Un número de
estudios que examinan el impacto de una sequía prolongada o repetida han
encontrado que está asociada con la angustia emocional, particularmente entre
aquellos que están en zonas rurales cuyos medios de vida están más conectados a
la tierra (Austin et al., 2018). Una indirecta pero potente forma en la cual el
cambio climático amenaza a la salud mental es a través del impacto en la
migración. El incremento de los niveles
del mar y el cambio en los patrones de precipitación ya han desplazado a muchas
personas, y están previstos más desplazamientos en las próximas décadas.
Debido a las dificultades asociadas con viajar a un nuevo país, la mitigación
presenta una amenaza directa a la salud física y mental (Bourque, van der Ven,
& Malia, 2011; Mindlis & Boffetta, 2017). Está menos estudiado el
impacto de la pérdida del país natal. Dado lo que sabemos sobre el apego al
lugar y su asociación con el bienestar, es probable que esto sea una fuente
adicional de estrés, así como una pérdida de una fuente de apoyo. Algunos de los impactos del cambio
climático vendrán directamente del clima y la meteorología; otros están
mediados por interpretaciones personales y relaciones sociales. La
migración puede estimular claramente conflictos sociales tanto como los
riesgos personales, como ciudadanos de un nuevo país que no siempre es
bienvenido por el grupo entrante. La degradación de los recursos ambientales
también genera conflictos sociales, ya que en los grupos entran en
conflicto por el acceso a cosas como las fuentes cada vez más raras de agua
dulce y tierra cultivable o habitable. Un meta-análisis de los estudios
examina el vínculo entre las condiciones climáticas y varios tipos de violencia
encontrados en relaciones causales entre el calor y la agresión: como la temperatura sube, también lo hace
la violencia y la violencia intergrupal a gran escala (Carleton &
Hsiang, 2016). Las condiciones ambientales pueden estimular sus propios
conflictos, quizás incrementando los niveles de estrés: el calor está fuertemente asociado al incremento de la agresión
interpersonal, y la violencia doméstica tiende a incrementar a raíz de los
desastres naturales. Un impacto significativo del cambio climático en las
relaciones sociales proviene de una tendencia a incrementar la falta de
equidad. Un número diferente de fuentes de vulnerabilidad coloca a algunos
grupos en un riesgo más elevado que a otros, y esto dispara el impacto que
puede tener en ellos mismos amenazando el bienestar mental y social (Wilkinson
& Pickett, 2011). La falta de equidad es una fuente de estrés personal y de
conflicto social. Han emergido tensiones
internacionales sobre la disparidad entre aquellos que han creado las mayores
contribuciones al cambio climático y aquellos que han sufrido las mayores
consecuencias. Una clara fuente de falta de equidad se debe a la
vulnerabilidad geográfica. Aquellos que
viven a baja altura o en áreas costeras están empezando a afrontar la pérdida
de su tierra natal debido a los impactos del cambio climático, la erosión
costera, el aumento del nivel del mar, el deshielo del permafrost o el
hundimiento de la tierra debido al agotamiento de las aguas subterráneas.
De una forma menos dramática, otras zonas están haciendo frente a mayores
cambios en los patrones de precipitación que hacen que la tierra sea menos
adecuada para habitabilidad humana y el cultivo. En cualquier caso, las
comunidades están dispersas y pierdan lugares que pueden tener un gran
significado personal y cultural para ellos. Otra fuente de vulnerabilidad es la
economía. Aquellos con grandes recursos
financieros pueden protegerse más fácilmente de las consecuencias del cambio
climático – por ejemplo, moviéndose a localizaciones más deseables e instalando
aire acondicionado. Asimismo, pueden
recuperar más fácilmente sus efectos personales. Si pierden su casa en un
desastre natural, pueden comprar otro. A nivel de país, la seguridad
económica permite la inversión en infraestructuras que pueden amortiguar los
impactos geofísicos y climáticos. Alrededor del mundo, está ya claro que las naciones pobres son aquellas que están sufriendo
desproporcionadamente los efectos del cambio climático.
Los factores sociales pueden
incrementar igualmente la vulnerabilidad. Tener un estatus social y un poder
social más bajo puede impedir a grupos sociales el acceso a políticas que les
afecten y a la información que les ayudaría a protegerse de un cambio
climático. Las Naciones Unidas, por ejemplo, han descrito el género como un
factor de riesgo debido al impacto del cambio climático, ya que los roles de
género de las mujeres pueden afectar su capacidad para responder efectivamente
a un clima cambiante. Otros grupos que son vulnerables son aquello cuyos roles
sociales requieren una gran exposición a las condiciones del medio ambiente:
granjeros, pescadores y los servicios de emergencia, por ejemplo. Las
comunidades indígenas son particularmente vulnerables ya que, por un lado,
tienden a ser pobres y se localizan en zonas geográficamente vulnerables y, por
otro, tienen un estilo de vida cultural más cercano a vincularse a las
interacciones con el medio natural (Durkalec et al. 2015). Finalmente, algunas
categorías de las personas son fisiológicamente vulnerables. Niños, personas
mayores, y personas con unas condiciones de certeza pre-existente pueden
responder más intensamente a los cambios en la temperatura o ser más
vulnerables al trauma del impacto debido a que su sistema psicológico no está
funcionando en su máxima capacidad. Es importante no sólo entender que esas
potenciales consecuencias sino considerar cómo hay que reducirlas: cómo los
individuos y comunidades pueden ser resistentes. Psicólogos, con formación
terapéutica, tienen mucha información para compartir sobre los factores de
predicción de la resiliencia. A nivel
individual, las conexiones sociales, el optimismo, y un sentido de la eficacia
son particularmente importantes para permitir que una persona se recupere e
incluso pueda experimentar un crecimiento personal después de una experiencia
traumática. Pero los individuos están anidados dentro de las comunidades, y
la comunidad en sí misma puede ser una fuente de resiliencia. La resiliencia de las comunidades proviene
de estar informados y preparados.
1. El primer
paso es reunir información sobre las vulnerabilidades locales, y compartirlo
con aquellos que están implicados: aquellos que puedan a estar afectados, y
aquellos (que pueden ser de un grupo diferente) quienes son capaces de poner en
práctica las medidas apropiadas.
Algunas comunidades son vulnerables a amenazas
geográficas específicas; otros son vulnerables debido a las deficiencias en su
infraestructura física, lo que puede hacerles particularmente vulnerables a las
inundaciones, olas de calor, o la escasez de agua.
2. El
siguiente paso es realizar un plan para evitar los impactos negativos antes de
que sucedan, si es posible, y para una respuesta rápida a los efectos que
puedan ser evitados. Se deben establecer redes de comunicación para
que todos obtengan la información que necesitan en caso de un desastre.
Muchos de estos preparativos
tienen que ver con políticas y tecnología, los factores psicológicos también
son importantes.
Comunidades
con una red social fuerte tiende a ser más resiliente.
3. Como
tercer paso en promover la resilencia, las comunidades pueden crean
oportunidades que faciliten la formación de muchas redes sociales. También pueden establecer políticas que
intenten minimizar la falta de equidad, reconociendo las diferentes necesidades
y vulnerabilidades de los distintos miembros de la comunidad. Es importante
destacar que pueden brindar a los
miembros de la comunidad la oportunidad no solo de informarse, sino también de
involucrarse en los esfuerzos para mitigar y responder al cambio climático.
Tales oportunidades para participar pueden tener efectos positivos en la salud
mental al mejorar los vínculos sociales y alentar un sentido de significado.
Bradley et al. (2015) encontraron que la
participación en el comportamiento para mitigar el cambio climático reduce la
relación entre la percepción del riesgo y la angustia; un hallazgo similar
fue informado por Helm et al. (2018), quien mostró que el afrontamiento
ecológico, el cual fue asociado positivamente con la percepción ecológica del
estrés, fue negativamente relacionado con los síntomas depresivos. La participación en la acción social
colectiva es probable que fortalezca los lazos sociales, una fuente importante
de resiliencia frente a los factores de riesgo físicos y mentales. No solo
la participación en las iniciativas en grupo-nivel tiene el potencial de
fortalecer un sentido de eficacia y empoderamiento; también puede crear un
sentimiento de pertenencia e identidad colectiva que se asocia con emociones
positivas, ya que el grupo se convierte en una fuente de apoyo que está vinculada
al bienestar subjetivo (Bamberg, Rees y Schulte, 2018).
CAMBIO
COMPORTAMENTAL
El cambio climático es inevitable, y es muy importante hablar sobre la
adaptación. Sin embargo, esto no debería impedirnos considerar también cómo
mitigarla. El grado del cambio climático es muy importante en determinar sus
impactos, como se destacó en el informe del IPCC de 2018, que delinea las
diferencias entre un aumento de temperatura de 1.5 contra 2.0 grados
centígrados. Las elecciones de
comportamiento y políticas ahora determinan cuál de estas futuras alternativas
es probable que se realicen. Las actitudes y hábitos individuales tienen un
papel importante que desempeñar para afectar las políticas y prácticas que
finalmente se adoptarán. Los psicólogos tienen una larga historia de
participación en las intervenciones del cambio comportamental con el fin de
promover más una vida saludable y las interacciones sociales positivas. Promover un comportamiento sostenible puede
ser visto con la misma luz. Algunas de las cosas más importantes que han
aprendido sobre la efectividad de las intervenciones comportamentales pueden
ser aplicadas a la arena del cambio climático. Una es la idea básica de que es más probable que se repita el
comportamiento que se refuerza. Aquellos
que intentan fomentar un comportamiento sostenible deben prestar mucha atención
a las contingencias de refuerzo relevante. ¿Está la situación preparada
para hacer que el comportamiento insostenible sea más fácil o más barato? Las
iniciativas de sostenibilidad pueden tratar de revertir o anular dichos
incentivos, quizás proporcionando descuentos o reconfigurando el entorno para
facilitar el comportamiento sostenible; quizás alentando recompensas sociales
que compensen el mayor costo del comportamiento sostenible. Como la mayoría de
los psicólogos reconocen, el contexto social tiene un inmenso impacto en el
comportamiento. Investigaciones han
mostrado que la motivación para aparecer “verde” ante los ojos de otros es una
influencia significativa (Griskevicius, Tybur, & Van den Bergh, 2010).
El contexto social no solo proporciona recompensas; también proporciona
información. Usamos a otras personas como una guía para nuestro propio
comportamiento. Posiblemente, la representación más famosa que ilustra esta
idea, son los estudios de campo realizados por Goldstein, Cialdini, and
Griskevicius (2008) que examinaron formas de fomentar la reutilización de
toallas entre los huéspedes del hotel para ahorrar agua y energía. Proporcionar
ficticias normas descriptivas que describen la mayoría de los huéspedes cómo
reutilizar sus toallas produjo una reutilización de toallas significativamente
mayor en comparación con un recurso para salvar el medio ambiente, y
especialmente cuando la norma descriptiva era especifica de la situación inmediata.
La importancia de proporcionar normas sociales que apoyen el comportamiento
proambiental es el principio que se encuentra detrás del enfoque del marketing
social, el cual ha sido utilizado con éxito en una amplia variedad de campos
(McKenzie-Mohr, 2011). Los psicólogos
también enfatizan la importancia de la retroalimentación. Las personas parecen
tener un entendimiento poco eficiente de cómo ellos pueden participar en
reducir sus emisiones de carbono. La importancia de las elecciones de
comida, por ejemplo, está muy poco reconocido (Whitmarsh & Capstick, 2018).
Es, efectivamente, difícil cambiar el comportamiento de alguien sin ninguna
información acerca de su efectividad en un cambio particular, y algunas
investigaciones han comprobado intervenciones que incorporan dicha información.
Van Vugt, por ejemplo, encontró que las personas tienden a reducir el uso del
agua cuando tienen medidores individuales. Schultz et al. combinaron este
enfoque basado en las normas sociales cuando ellos trabajaban con la compañía de
los servicios públicos de California para proporcionar a las casas individuales
con retroalimentación sobre su uso de la energía. Además de su consumo, se les decía a las personas que estaban
consumiendo menos energía que sus vecinos, o más que sus vecinos. Aquellos
a los que se les dijeron que usaban más que sus vecinos tendían a reducir el
consumo de la energía. En un giro adicional, las personas que usaban menos
energía que sus vecinos algunas veces incrementaban su consumo, pero no cuando
se les daba retroalimentación evaluativa
en forma de caritas sonrientes indicando la aprobación de su menor tasa de
consumo (Schultz, Nolan, Cialdini, Goldstein, & Griskevicius, 2007). Un
último principio es que las personas no siempre saben cómo participar en su
deseo de comportamiento; pueden necesitar no solo ser partícipes sino también
ser entrenados en las habilidades de comportamiento necesarias. Algunas veces
las personas pueden fallar al reciclar, o al ahorrar energía, ya que ellos no
están seguros de estar haciéndolo; la
comunicación necesita estar incluida en el contenido de la información tanto
como un contenido motivacional. Esto también tiene el potencial para, como
un efecto secundario útil, aumentar la eficacia percibida de las personas en el
cambio climático.
Más allá
de estos principios, se encuentra una importante meta-lección sobre las
intervenciones en el comportamiento, esto es la importancia a la hora de
seleccionar el comportamiento objeto de estudio. Es importante que sea
suficientemente plástico, es decir, susceptible de cambiar. Algunos
comportamientos están tan arraigados cultural o tecnológicamente prescritos que
son resistentes a la alteración. Sin embargo, también es importante que el
comportamiento tenga un impacto significativo en la mitigación del cambio
climático. Una gran cantidad de investigaciones psicológicas relevantes se han
enfocado en comportamientos sostenibles que son fáciles de estudiar pero que
tienen muy poco impacto en las emisiones de gases de efecto invernadero, como
el reciclaje. Tom Dietz y sus colegas han descrito un modelo de “Reducción de
emisiones razonablemente aceptable” o RERA con el fin de evaluar los
comportamientos más prometedores a los que dirigirse para las intervenciones
(Dietz et al., 2009). Este modelo requiere trabajar con personas que no sean
psicólogos pues pueden ser más capaces de evaluar la viabilidad política o el
potencial tecnológico de un cambio de comportamiento en particular.
CONCLUSIONES
El reto
del cambio climático solo puede ser encontrado a través de la combinación de
esfuerzos de científicos de muchas disciplinas diferentes junto a políticas y
otros funcionarios públicos. La psicología tiene un papel importante que
desempeñar al llamar la atención al papel de los individuos como perceptores,
comportamientos y respondedores. Ayudando a iluminar los factores que promueven
o inhiben la comprensión precisa del cambio climático, se puede utilizar la
investigación psicológica para aumentar la conciencia general. Describiendo las
formas en que el cambio climático amenaza el bienestar psicológico, la
investigación psicológica puede proporcionar un mensaje más convincente y
sugerir formas de hacer que las personas sean más resistentes. Aplicando la
investigación y la teoría en la modificación del comportamiento, psicólogos
pueden resaltar formas efectivas de promover mayor comportamiento sostenible.
Sin embargo, todo esto solo será útil en la medida en que los psicólogos
trabajen con otros profesionales para comprender el contexto geológico, técnico
y político / legal. En ausencia de tal intercambio de información, es probable
que la investigación psicológica sea ignorada por no ser lo suficientemente
relevante para el desafío práctico significativo representado por el cambio
climático.
CONFLICTO DE INTERESES No existe conflicto de intereses
CONFLICTO DE INTERESES No existe conflicto de intereses
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