dimarts, 3 de setembre del 2019

Maniqueísme.


Sempre he trobat interessant les aportacions d'aquells que han fet de la lletra escrita el seu ofici.
Pegue i copie ací un article curt de Luís López Nieves que et farà reflexionar sobre allò que llegeixes en aquest moment.
Ara veuràs:
Jo estic llegint la novel·la titulada Cançó de Sang i Or de Jorge Molist.






Què sí! Que val, reconec que enganxa, potser per allò de que els best sellers naixen amb vocació de ser contes maniqueus i aquesta obra n'és un exemple descarat.

Així i tot, té un treball important de documentació. Narra una època que a mi en fascina, S. XIII i no puc deixar de llegir  Ara bé, tota eixa violència dels dolents i la puresa dels bons faràm que ara em mire la història des d'un altre prisma.

Llegeix l'article de Nieves, per favor.
Canvia la manera de valorar les lectures, veritat?



Maniqueísmo:



Luis López Nieves

Para el cristianismo, al igual que para otras religiones, solo hay un dios, quien es muy bueno. Buenísimo. En cambio, el demonio no es un dios, es solo un diablo, y es un ser muy malo. Malísimo.
En el siglo III nació una religión conocida como “maniqueísmo”. Esta decía que no hay un dios sino dos: uno bueno y otro malo. Ambos dioses tienen la misma “categoría” y eternamente luchan entre sí.
Bueno, basta de historia. A algún literato se le ocurrió usar esta religión para crear el término literario “maniqueísmo”, que consiste en la literatura que solo tiene dos tipos de personajes: buenos y malos. No tiene personajes intermedios. No existe el gris. Los personajes maniqueos son perfectamente buenos o perfectamente malos.
El maniqueísmo literario en un defecto. Ningún autor serio desea que sus obras sean maniqueas. Son las obras comerciales las que normalmente se destacan por su maniqueísmo. En el cine norteamericano, por ejemplo, los soldados estadounidenses siempre son perfectamente buenos, respetuosos, valientes, honestos, amables… mientras que los musulmanes (o chinos o rusos o cubanos, depende del enemigo de moda) son perfectamente malos, irrespetuosos, cobardes, deshonestos y groseros. No hay punto intermedio. No hay grises. Si por casualidad aparece en la película un musulmán, chino, ruso o cubano que sea “bueno”, se deberá a que trabaja para el lado norteamericano y ha traicionado a los suyos. O sea, es un Judas. Esto ocurre también en novelas comerciales de acción, espionaje, vaqueros, policíacas, etc. Es muy fácil identificar estas obras. Uno se pregunta quién es el “bueno” y quién es el “villano”.
El maniqueísmo literario es un defecto porque la gran literatura, por ser arte, pretende reflejar la realidad humana. Y los seres humanos no son maniqueos. Nadie es perfectamente bueno ni perfectamente malo. Nadie. Los seres humanos nos movemos siempre en un área gris intermedio. Y con estos matices grises es que trabaja la literatura. Esta es nuestra materia prima.
La literatura maniquea es artificial, no es auténtica.
Antes de dar por concluida tu obra literaria, asegúrate de que tus personajes no sean maniqueos.

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